El pasado jueves vivimos una sesión plenaria en el Parlamento de Andalucía que me costaría trabajo definir con algún adjetivo. Confieso que, en algún que otro momento, los diputados y diputadas socialistas nos sentimos atrapados en un túnel del tiempo que parecía habernos devuelto a otra época, vergonzosa, de la historia reciente de nuestro país.
Una vez más, la derecha volvió a retratarse al intentar convertir la sesión de control al Gobierno en un circo. Un circo dirigido por un payaso (con todos mis respetos a los payasos), eso sí, vestido con un buen traje de chaqueta y con un reloj de élite...Un "payaso" que, permanentemente, falta al respeto a la ciudadanía andaluza y a la institución que la representa y demuestra, así, su escasa confianza en la democracia. No sé cómo el que pretende convertirse en alternativa a este gobierno, en referente de la derecha andaluza puede dirigirse a su grupo parlamentario como si fuera un rebaño de ovejas y lo digo literalmente. Cada vez que al señor Arenas le incomoda algún debate se dirige a su grupo con un gesto para provocar que abandonen la Cámara. Creo que el señorito Arenas muestra con sus actitudes cotidianas el escaso o nulo respeto que tiene hacia las instituciones y hacia las personas, incluso a sus compañeros y compañeras de grupo parlamentario.
Un personaje así, que, cada día demuestra su escaso apego al sistema democrático y que trata con la punta del pie a sus propios compañeros y compañeras no debería tener ningún papel en la política andaluza. Nuestra tierra hunde sus raíces en un profundo respeto a las personas, en una historia plagada de muestras en defensa de la libertad y la democracia, por eso, Andalucía se merece una oposición mejor...
domingo, 25 de octubre de 2009
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